La agricultura andaluza es conocida mundialmente por el aceite. En nuestra tierra hay más de un millón y medio de hectáreas de olivares que permiten producir 1.400.000 millones de toneladas de aceite cada año. Es, sin duda, el producto más importante y destacado de todos los que se producen en Andalucía.
Para su elaboración, es necesario un proceso muy metódico y tradicional que se ha ido perfeccionando con el paso de los años. El primer paso es la recogida de la aceituna, el fruto de olivo del que se extrae el aceite. Tras la recolección, las aceitunas son llevabas a la almazara para comenzar el proceso de elaboración.
Una vez en la almazara, se realiza una selección de las aceitunas en función de sus características. De esta forma, se puede mejorar la calidad del aceite final. Cuando las aceitunas son seleccionadas, pasan a ser limpiadas y lavadas para eliminar hojas, ramas y restos de tierra.
El siguiente paso sería la molturación. Es un proceso que consiste en triturar la aceituna entera, incluido el hueso, para obtener una pasta de aceituna. Después, esta misma pasta se bate para conseguir separar el aceite de los restos sólidos procedentes de la piel, la pulpa o el hueso.
Tras el batido de la masa, llega el turno de la centrifugación. La pasta obtenida tras el proceso de la molturación y batido, se introduce en una centrifugadora que separa por completo el aceite de los restos sólidos. Al finalizar este proceso, se obtiene el aceite de oliva completamente líquido y preparado para su almacenamiento y posterior consumo.
Este último paso es muy importante, ya que el aceite es un producto muy delicado que requiere de unas condiciones específicas de almacenamiento para no perder sus propiedades. Por eso es necesario utilizar depósitos adecuados que estén preparados para almacenar aceite.
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